CONTAMINACIÓN Y COCHES ELÉCTRICOS: MITOS Y VERDADES
Seamos claros: cualquier coche con un esquema de propulsión en el que esté implicado un motor eléctrico ya tiene las de ganar en cuanto a ahorro de combustible y menores emisiones de CO2 (entre otros gases nocivos), si lo comparamos con otro que use en exclusiva una mecánica térmica. Por no hablar de unos mantenimientos programados que se reducen entre el 40 y el 50% respecto a los vehículos con motores ‘habituales’. Contar con menos piezas móviles es lo que tiene…
Estos bloques ‘limpios’ los puedes encontrar en vehículos de las categorías híbrido enchufable, híbrido eléctrico y microhíbrido, además de, obviamente, en los 100% eléctricos. En concreto, en Ford estas tecnologías están disponibles en modelos tan conocidos como el Ford Kuga, el Ford Puma, el Ford Fiesta, el Ford Mondeo… y, realmente, en casi toda la gama.
Los hay que piensan que el hecho de tener un motor eléctrico los puede hacer menos potentes, pero ni mucho menos. La garra y el empuje de estos coches es su punto fuerte. Tampoco te creas que hay que renunciar a la tracción 4x4 ni que un Ford Kuga Hybrid se va a amedrentar en una pista llena de nieve.
La autonomía tampoco debería ser algo que te preocupe, porque en cualquier modelo híbrido enchufable (PHEV) de Ford vas a tener bastantes más de los 40 kilómetros de circulación en modo puramente eléctrico que se piden para poder optar a la pegatina CERO y, en el caso del Ford Mustang Mach-E, presume de más de 610 kilómetros ‘verdes’. ¡Una pasada!
Cargar este tipo de coches ya no es un hándicap: la marca dispone del Ford Wallbox para unas recargas más rápidas en casa, sin olvidar que está llenando Europa de estaciones de carga gracias a su asociación con IONITY, lo que contribuirá a que aumenten los más de 600.000 puntos que ya hay repartidos por todo nuestro continente.